jueves, octubre 20, 2005


EL MARIDAJE

Es la parte más complicada en el mundo de los vinos, pues se trata de encontrar la combinación perfecta entre los aromas y sabores de la comida y el vino; y eso no es sencillo.
Necesitamos poner nuestros cinco sentidos y experimentar con la enorme variedad de vinos que tenemos en el mercado y la rica y exquisita gastronomía peruana, cuyos platos aún no tienen el maridaje ideal, pues los enólogos están trabajando en la elaboración de una guía básica.
Imagine cómo maridar un rocoto relleno, una causa o un arroz de mariscos y se encontrará que gran parte de nuestra gastronomía tiene sabores fuertes, por consecuencia buscar el vino ideal que acompañe estos platos, dependerá de una búsqueda cuidadosa que permita conservar los aromas del vino y a la vez los sabores de nuestra comida.
Pero justamente allí radica la magia del maridaje, el cúmulo de sensaciones agradables que puede significar el degustar un buen vino junto a un buen plato, sentir esa mezcla divina en la que conjuga la perfección de los aromas y dejarse llevar por esa indescriptible experiencia sensorial.
Los entendidos tienen una regla simple: sabores fuertes con vinos fuertes y sabores ligeros con vinos ligeros, de tal suerte que ninguno de los elementos opaque al otro a la hora de disfrutarlos.
Así para encontrar el “matrimonio ideal”, es preciso tener en cuenta en la comida, el producto, el salseado y aderezo, tipo de cocción, la textura y hasta el color. Mientras que en el vino debemos considerar el color, el aroma, el sabor, el cuerpo, la tanicidad y la textura.
En todo caso, pruebe degustar un delicioso cocktail de camarones con un exquisito vino blanco Riesling bien heladito; o un vino tinto Merlot con un contundente lomo saltado. (Omar Z.V.)

viernes, octubre 07, 2005


LOS VINOS DULCES

Con frecuencia oímos preguntar al común de las personas si tal o cual vino seco, semiseco o dulce, cuando en realidad ese tipo de clasificación ya no se usa; pues de lo que se trata ahora es conocer los distintos tipos de uva y de acuerdo a ello determinar de qué vino se trata.
Sin embargo, ese interés por saber sobre la textura de los vinos de manera tan simple, obedece a que no hemos tenido la oportunidad de conocer y disfrutar la enorme riqueza de aromas y sabores; y saber que detrás de cada variedad de uva hay un mundo por descubrir.
Y es que si la primera vez que tomamos una copa de vino, lo hicimos sin saber lo que bebíamos, es probable que la sensación no haya sido agradable, ya sea porque no fue el vino adecuado, no haya estado lo suficientemente oxigenado o no nos hayan advertido sobre la aspereza de los taninos, que son los culpables que sintamos ese sabor astringente en nuestras mandíbulas. Por esas mismas razones es que muchos prefieren el vino dulce.
Los vinos dulces son producto de un proceso donde se busca resaltar los azúcares naturales de la uva que no se convirtieron en alcohol yen el que intervienen aspectos naturales, como el clima, la humedad y los hongos que desecan las uvas hasta convertirlas en pasas, dejando los jugos dulces para su producción y almacenaje en barricas de roble. El producto, es casi siempre de alto costo, debido a este complejo proceso; dos magnos ejemplos son el Sauternes francés y el Tokaji húngaro, llamado también el vino de los reyes.
Los vinos dulces generalmente se sirven como aperitivos y para combinarlos con determinados postres, aunque hay algunos defensores de este tipo de vinos que los usan para maridar comidas agridulces. Estos vinos tienen generalmente tonos dorados y ámbar, y una gama de sabores que va de la miel, pasando por la ciruela pasa, hasta la avellana. (Omar Z.V.)

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