CATA PARALELA: PISCO Y TEQUILA

En un ambiente de solemnidad inicial que terminaría luego en un abrazo fraterno entre dos símbolos que identifican a cada país, nuestro pisco extendió su alfombra roja para que pase el famoso tequila mexicano y este le estrechara la mano para que lo acompañe en su triunfal carrera hacia el éxito.

Fue en la Cata Magistral que organizó el Instituto del Vino y del Pisco que dirije la encantadora Soledad Marroquín, y que fue encabezada por la ingeniera María Becerra - Miembro de Consejo Regulador del Tequila - México y Jhonny Schuler - Presidente de la Cofradía de Catadores de la orden Marqués de Carabantes.

Aquella noche de jueves y ante un grupo de invitados especiales y periodistas especializados, pudimos conocer de cerca este aguardiente de agave en esa inolvidable cata paralela en la que probamos tres tequilas blancos de gran fineza y tres piscos de notable factura.

María nos hizo una necesaria introducción sobre el tequila y las normas técnicas que regulan su destilación y de cómo las autoridades mexicanas controlan que el producto sea de buen nivel, cosa en la que nosotros aún estamos en proceso. Gracias a sus conocimientos, pudimos adentrarnos en los efluvios del agave y sentir entre nuestros más primarios sentidos, los aromas del tequila; desde ese peculiar olor a cáscara de papa, hasta los florales más inusitados en una planta como la que da su materia prima para su creación.

Con la camiseta peruana puesta, Johnny hizo lo suyo al presentar tres de nuestros más elegantes exponentes, entre los que estaban un quebranta, un italia y un sorprendente torontel. Los aromas florales de nuestro destilado inundaron la elegante sala del Maximiliano de Barranco e hicieron que los invitados nos sintamos más peruanos que nunca.

Fueron tres tequilas blancos, "Don Julio", "Tres generaciones" y "Herradura"; y por Perú, fueron un quebranta de "La Caravedo", el torontel de "Don Zacarías" y el italia del arequipeño "Torres de la Gala".

Al final y entre pisco sour de despedida, María me confesó: "A mí me gusta el tequila y normalmente no me gustan otros destilados; pero cuando probé el pisco, me quedé maravillada. El pisco llegará muy lejos".

DULCES PERUANOS

Hay un "huequito" dulcero en la Avenida Aviación 3364-A (y una sucursal en San Luis 1984-A) que vale la pena visitar, para aquellos que gustan de un postrecito peruano al caer la tarde fría de este húmedo invierno peruano.

Se trata de "Manjares, dulces peruanos", una dulcería interesante, de aspecto bastante agradable, aunque ya queda chico para la cantidad de gente que acude por las tardes. Ellos ofrecen una amplia carta de postres tradicionales que van desde el extraño y casi desaparecido ranfañote, hasta el común suspiro limeño; pasando por el frejol colado, las manzanas al horno, picarones y todo tipo de frutas en almíbar. En realidad hay para escoger y casi todos los postres mantienen la calidad, son frescos y a buen precio.

Recomiendo los picarones que son una mezcla de la versión limeña con harina de camote y la arequipeña con harina de trigo, envueltos en una miel de chancaca bastante buena. También las manzanas al horno son provocativas y de buen tamaño.

La atención sí deja mucho que desear cuando hay afluencia de público, pues hay que esperar mesa y no siempre respetan al que llegó primero y demoran en la atención, la igual que para completar los pedidos. Es un detalle que deberían mejorar (No vayan un domingo en la tarde, fatal).

Igualmente deberían tener una mayor oferta de gaseosas, pues sólo venden Inka Kola. Por lo demás, es un lugar que mantiene lo que llamamos calidad-precio y vale la pena visitar.

BODEGAS IMPERIALES EN LIMA

Como dicen los importadores y productores de vino, el mercado en el Perú se va decantando y quedarán sólo los que los consumidores vayan aceptando según la calidad del producto. En esa medida, una mejor calidad de vinos continuarán llegando a nuestra capital, como es el caso de la exclusiva línea de vinos de Bodegas Imperiales de la Ribera del Duero, España, que acaba de ser presentada por todo lo alto con sus tres productos de Abadía de San Quirce: Crianza 2001, Reserva 1999 y Finca Helena 2001.

Tres monovarietales de extraordinaria calidad trabajados con la llamada "tinta fina" y emblemática de España, la Tempranillo. Fue el director de ventas Daniel Aguirre, quien cruzó el charco por primera vez para presentarnos en una noche madrileña en el restaurante Laeñe, estos notables vinos que dejarán sorprendidos y satisfechos a los conocedores.

Esta antiquísima bodega ibérica viene trabajando intensamente en busca de la excelencia en la fabricación de sus vinos y para ello realizan una doble selección en el recojo manual de la uva, una en campo y otra en bodega, sin ningún tipo de mecanización. Sólo producen 300 mil botellas al año, de las cuales un 70% son para consumo interno y el resto se exporta.

CRIANZA 2001

Es un vino trabajado durante 14 meses en barricas de roble francés y americano, además de un tiempo en botella y a pesar del tiempo mantienen una brillantez poco común en estos vinos. Las frutas rojas asaltan en nariz con toques ahumanos, especies y madera. Permanecen un tiempo prolongado en boca, muy complejo pero amigable. Pero eso no es todo, este vino se abre lentamente en la medida en que se oxigena y mejora considerablemente con una adecuada decantación, pues se trata de vinos sin filtrar. (Precio: 25 dólares aprox.)

RESERVA 1999

Se trata de un vino elegante de color intenso, rubí billante, cosa rara en un vino de guarda, pero que logra esa coloración tan viva por el manejo de la maceración en frío previa a la fermentación. Amplio en aromas de boca (fruta madura, tabaco, especias, maderas finas, y con un grato toque mineral). Es muy aromático y de gran factura. También es recomendable decantarlo unos 30 minutos antes de servirlo. Este vino ganó el prestigioso premio internacional Zarcillo de Oro 2005. (Precio: 50 dólares aprox.)

Aquella noche en Laeñe, maridamos los vinos con la tradicional tortilla de patatas, unos exquisitos chipirones en su tinta y pulpo a la parrilla.